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Juana de Arco en el Museo de la Minería

жанна дарк
© Форпост Северо-Запад / Горный музей

Como se sabe, el líder del proletariado mundial, Vladimir Lenin, fue un defensor de la propaganda conmemorativa con monumentos. Después de la victoria de la revolución, en las plazas centrales y locales de ciudades rusas, de acuerdo al decreto del Consejo de Comisarios del Pueblo, los monumentos a los grandes "progresores" del pasado debían estar presentes - Spartak, Brutus, Razin, Khalturin. Pero, entre los 50 apellidos candidatos para el panteón de Ilich, solo una mujer figuraba en la lista: Sophia Perovskaya.

Ligeramente indignados por tal desigualdad de género e intolerancia, los trabajadores de la planta de construcción de máquinas de Kusinsky (Urales del Sur) regalaron al líder una pequeña estatua de Juana de Arco, obra de Jean Baptiste-Moreau (según algunas fuentes, Joseph Berto), que coincidía con la idea de "revolución artística". Así es como la formuló el Comisario del Pueblo Lunacharsky: "Toda la dificultad de implementar esta idea radica en el hecho de que la velocidad de su implementación no puede venir a expensas del lado artístico, porque el Estado, como está ahora, no puede ni debe ser el iniciador del mal gusto".

Sin embargo, no lograron poner la heroína nacional de Francia en algún lugar en vez del Pilar de Alejandro en Petrogrado o en la Plaza Roja, ya que Lenin murió y los monumentos de él mismo se convirtieron en un medio de propaganda monumental.

Pero la historia ha rendido homenaje a la gracia de los maestros del hierro fundido. Hoy en día, sus obras están valoradas casi al nivel del oro y son objeto de búsqueda de coleccionistas de todo el mundo.

El mejor adjetivo para describir este tipo de esculturas es "calado", es decir, aireado y ligero. Además, ni siquiera están hechos de acero, sino de hierro fundido. Es decir, producto semielaborado fundido en altos hornos sin aditivos adicionales y caracterizado por una extraordinaria fragilidad.

La estatua de una Santa Católica (una copia conservada en el Museo de Lenin) fue fundida en 1959 y donada al Museo de la Minería de San Petersburgo, por dirección de la planta de Zlatoustov como muestra de gratitud por la ayuda en la organización de su museo.

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