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Los programas de prevención de accidentes laborales en minería deben priorizar la formación y evaluación constante del personal

Debido al entorno geográfico accidentado, la presencia de maquinaria y vehículos pesados, la emisión de gases tóxicos, así como el ruido producido por los explosivos y los equipos de perforación; las operaciones mineras son consideradas como entornos peligrosos para la integridad de los trabajadores. Para reducir el riesgo laboral, es necesario que las empresas desarrollen programas de prevención, que tengan como pilares la formación del personal en materia de seguridad y un sistema de evaluación que ayude a la mejora continua, mediante la identificación de los peligros existentes.

Como parte de estos programas de prevención, se debe realizar, de forma permanente, un análisis de riesgos existentes, con la finalidad de reconocerlos, clasificarlos e inventariarlos. Para desarrollar esto de una manera eficiente, no se debe dejar nada a la improvisación, sino escuchar y respaldar la opinión de los especialistas, formando un panel de expertos en el tema y también haciendo uso de los programas de software y logística, ya que éstos facilitan la identificación de las situaciones de riesgo y permiten llevar un control estricto de los accidentes ocurridos y las causas de los mismos.

Según los destacados profesionales de la Sociedad Internacional de Minería y Metalurgia (SIMIM), también es necesario realizar campañas de comunicación y evaluaciones prácticas a todo el personal, así los directivos podrán conocer el grado de conocimiento que los trabajadores tiene sobre los protocolos de seguridad en minería. Esto mismo permitirá identificar a los colaboradores que no siguen algunas directivas, como el uso de los elementos de protección personal: casco, guantes, tapones de oídos y lentes de seguridad, en las zonas de riesgo.

Es indispensable que después de presentarse un accidente, el encargado de liderar la crisis sea la autoridad máxima de la compañía, quien debe convertirse en el nexo entre la empresa minera y las familias. Además, debe tener la labor de evitar los ruidos y la desinformación.

A nivel general, se debe tener en cuenta que los riesgos laborales mineros se pueden catalogar en diferentes grupos. El primero de ellos es el de los riesgos físicos, que está comprendido por las lesiones, que pueden ser causadas por caída de rocas, explosiones o incendios. En segundo lugar, tenemos las vibraciones, que pueden generar trastornos en músculos y huesos. El ruido intenso producido por las perforadoras, dinamita y corte de materiales, pueden provocar sordera. Los riesgos químicos están vinculado a la presencia de elementos nocivos como polvo de carbón, polvo de diésel y otros gases que pueden generar problemas que van desde una simple tos, fibrosis pulmonar o, en el peor de los casos, cáncer pulmonar.

El aspecto psicosocial de los trabajadores también se ve en riesgo, ya que, debido al aislamiento, el personal puede caer en la depresión, llevándolos al aumento en el consumo de alcohol e incluso drogas. Finalmente, otros riesgos laborales son los ergonómicos, provocados básicamente, porque la mano de obra debe realizar una considerable cantidad de procesos manuales, que son fuente de movimientos traumáticos, repetitivos y que generan sobrecargas musculares, en especial en el área del hombro, lo que puede complicarse y provocar discapacidades prolongadas.

En relación a las formas de explotación de los minerales, existen dos maneras de realizar el trabajo extractivo: cielo o tajo abierto y la subterránea. La primera de ellas se refiere a toda excavación realizada por encima del terreno, mientras que las operaciones subterráneas, son aquellas que se desarrollan para extraer las materias primas por debajo de la tierra y se transportan hacia la superficie. Si bien, la mayoría de los problemas que afectan a los trabajadores son similares en ambas faenas, la minería subterránea presenta características especiales, como las altas temperaturas, que la hacen más peligrosa.

A modo de conclusión, podemos señalar que, tanto en yacimientos a tajo abierto como en operaciones mineras subterráneas, es indispensable que el personal de las distintas áreas reciba la capacitación adecuada sobre la reducción de riesgos laborales. Igualmente, los directivos deben programar las evaluaciones prácticas para conocer el grado en que los trabajadores ponen en uso todo lo aprendido. De esta forma, cada vez tendremos menos accidentes que lamentar dentro de un yacimiento.

Fuente: SIMIM