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La piedra que no se hunde

янтарь
© Форпост Северо-Запад / Горный музей

Cada año, más de cien toneladas de esta piedra, considerada un tesoro nacional de Rusia, se extrae ilegalmente y se exporta al extranjero. El daño al estado se estima en decenas de miles de millones de dólares. En la búsqueda de un mineral tan codiciado, los mineros ilegales no temen ni el riesgo de ir a prisión por violar la ley ni la alta probabilidad de acabar con sus vidas.

“Oro del Norte”, “Piedra del Sol”, “Caviar de Kaliningrado”: así llaman los habitantes de la costa del Mar Báltico a este mineral semiprecioso, que se ha cobrado diez vidas solo en el último año.

La búsqueda del ámbar se lleva a cabo desde hace miles de años. En la antigua Roma, durante el reinado del emperador Nerón, pagaban más por una pieza de mineral de unos pocos milímetros que por el mejor esclavo. Para muestras de piedra, que se asemejan a un rostro humano, incluso podrían matar. La Orden Teutónica, que capturó el Báltico Oriental rico en ámbar en el siglo XIII, estableció reglas no menos estrictas para la extracción y el comercio de minerales en su territorio. Los residentes locales podrían ser sometidos a terribles torturas o la muerte por el más mínimo trozo de ámbar escondido a las autoridades. El mineral solía llegar a Rusia solo como obsequio diplomático. El ámbar báltico se consideraba entonces el más valioso del mundo en términos de calidad y propiedades. De esta variedad se creó la famosa Sala de Ámbar de Pedro el Grande, que desapareció durante la Gran Guerra Patria.

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© Форпост Северо-Запад / Горный музей

Muchos grandes científicos de diferentes épocas se han preguntado sobre el enigma de la formación del ámbar. Algunos creían que el ámbar era la miel congelada de las abejas silvestres, otros argumentaban que era aceite solidificado y otros creían en la leyenda de un cuerpo celeste que cayó del cielo al mar y se dispersó en miles de fragmentos.

En todo momento, el ámbar se consideró una piedra curativa. El famoso reformador alemán Martín Lutero siempre llevaba este mineral en el bolsillo, creyendo que lo protegería de los cálculos renales. Los libros de medicina del siglo XVII recomendaban tratar las enfermedades oculares con ámbar molido mezclado con miel y aceite de rosa.

Hoy en día, el ámbar se usa oficialmente en la medicina, porque contiene sustancias tan útiles como hierro, yodo, potasio, zinc. Por ejemplo, el aceite de ámbar es un antiséptico natural. Las heridas tratadas con un remedio de este tipo se curan mucho más rápido y no quedan cicatrices después de ellas. El polvo de ámbar tiene un potente efecto anti envejecimiento y regenerador. En pequeñas dosis, se aconseja añadirlo a la cosmética diaria.

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© Форпост Северо-Запад / Горный музей

Cualquiera puede encontrar pequeños trozos de ámbar traídos por el mar a la orilla. Tales hallazgos generalmente se destinan a la fabricación de numerosos recuerdos que se exponen y venden en tiendas para turistas. El ámbar más valioso es el que contiene insectos o plantas. Los representantes de la flora y la fauna se congelaron en tales muestras hace muchos millones de años y han sobrevivido en su forma original. A principios del siglo XIX, era prestigioso entre la nobleza de Rusia y Francia tener joyas de ámbar con inclusiones similares. Después de doscientos años, nada ha cambiado, estos hallazgos son muy valorados por joyeros y coleccionistas. Por ejemplo, una gran muestra de ámbar con un escarabajo o una libélula adentro en el mercado internacional cuesta desde 20 mil dólares.

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© Форпост Северо-Запад / Горный музей

Sorprendentemente, al ser una gema, el ámbar se puede llamar piedra de manera muy condicional. Después de todo, no forma cristales y es una resina congelada hace muchos millones de años. Además, a diferencia de la mayoría de las piedras, el mineral arde en el fuego como el carbón, cuando se frota, se electrifica y no se hunde en el agua salada.