Hace doscientos años, Rusia se vio envuelta en una fiebre por el oro. Nobles hereditarios, comerciantes y burgueses, que se enteraron del nuevo decreto del Senado, donde se les permitía la búsqueda y extracción libre de metales preciosos, abandonaron sus asuntos habituales, viviendas y se apresuraron en masa a Siberia.