En muchas religiones del mundo, se cree que el infierno está formado por esta piedra. De hecho, en realidad, sus depósitos a veces se parecen a las puertas del inframundo. No es de extrañar que el mineral místico incluso se mencione en la Biblia. La primera asociación que surge con la mención de esta piedra es un olor desagradable. Fue esta característica la que desprestigió al mineral, vinculando firmemente su nombre con el del diablo.